
Después de varios intentos frustrados por la situación de pandemia que hemos vivido, por fin, el 26 de noviembre de 2022, en un día frio, pero de cielo azul, típico de nuestra tierra, iniciamos nuestro camino de regreso a Galilea, en Ávila.
Cuarenta cursillistas de todas las edades, de las diócesis de Ávila y Segovia, junto con los dirigentes del Secretariado Nacional que tan generosamente nos acompañaron, compartimos la preciosa ocasión de recordar, reavivar y reafirmar nuestro compromiso con Cristo y con el MCC, nuestro movimiento, al que cada vez quiero más.
Si el Cursillo de Cristiandad que cada uno hicimos, algunos ya incluso hace cincuenta y pico años, fue muestro “bautismo” en el movimiento, con un claro » sí, cuenta conmigo», la jornada “Volvamos a Galilea” fue la “confirmación” de ese compromiso. El Señor se volvió a hacer el encontradizo con nosotros. ¡Gloria a Dios!
Los ojos del Señor mirándonos (mirándome) cara a cara y diciendo nuestros (mi) nombres de nuevo, uno a uno. Allí, en Galilea. Aquí, en Ávila. Una nueva llamada de Amor verdadero. Una confirmación consciente, adulta y responsable, después de un tiempo en el movimiento, de que merece la pena transmitir ese kerygma, esa Vida gratuita, ese anuncio gozoso que un día nos regalaron.
Tengamos la edad que tengamos y haga el tiempo que haga que tuvimos ese encuentro con el Señor, porque no olvidemos que somos herramientas en sus manos, con más o menos edad y achaques, y que es Él el que actúa a través de nosotros, y que, con nuestras debilidades y miserias, Él encontrará la forma de “llegarse” a los que nos rodean, a pesar de nosotros. Pero nos tenemos que abandonar a Él, y confiar en Él. Oración, luz, compromiso… aquí estoy, pero con tu ayuda, Señor.
Una jornada compartida con personas a las que tantas veces he visto trabajar, y darlo todo por el movimiento, y cuyos testimonios de vida me demuestran que es cierto que se puede. Emocionada de ver a mis mayores, con su luz en la mano, ofrecerse al Galileo de nuevo. Emoción al ver esperanzarse y resurgir del desánimo a personas con tantos años de trabajo en la viña.
Porque, ¡volvimos a Galilea, a encontrarnos con nuestro Amor! Y la emoción de ser todavía más consciente, si cabe, de que otros tenemos que recoger el relevo para que este movimiento, verdadero carisma y regalo de Dios a los hombres, no decaiga en nuestras diócesis. Corresponsabilidad y compromiso para poner toda la carne en el asador… «y que por nosotros no sea», en las Escuelas, grupos, Ultreyas…
Una palabra: incomodidad. Pero una incomodidad bien entendida, porque el Señor me removió de nuevo, y me sacaba de mi zona de confort para trabajar por Él y por los de mí alrededor, dejándome llevar y fiándome, que es lo que a mí más me cuesta. “¿Me amas? No te conformes. ¿Te ilusiono? Sé sal. ¿Quieres venir conmigo? Abandónate. ¿De verdad sabes que merezco la pena? Sé mi testigo. Siempre sale todo, Conchi, ten confianza”. Y es cierto, Señor.
De Colores
Conchi García Hernández
Buen día hermanos cursillistas de España. Soy MARIA JOSE, pertenezco al Secretariado de Santa Fe, Argentina. Nos encantaría conocer algo más sobre este retiro. Dejo mi contacto y agradecería se comuniquen conmigo para poder compartir esa experiencia con nosotros. DESDE YA MUCHAS GRACIAS