ULTRAYA NACIONAL -GRUPO INTERDIOCESANO ARAGON OSMA-SORIA

No podemos dejar de narrar el acontecimiento cumbre de este curso pasado. Qué curioso que sucediese en el tiempo de Pascua, no podía ser de otro modo. Se ha escrito mucho acerca de este evento. Me permitiréis deciros que no seré el último que hable de él. 

Este deleite incalculable de vida espiritual que estamos recibiendo fue con motivo de la celebración de la VIII Ultreya Nacional del MCC en la ciudad imperial: Toledo, con el lema Volvamos a Galilea. Lo que ocurrió allí en los días 30 de mayo y 1 de junio de 2022, ha sido algo fuera de lo normal. 

Dejarme contaros y veréis. Nuestro G.I. de Aragón, Osma-Soria se puso en peregrinación desde Zaragoza, recogiendo a hermanos de la diócesis de Tarazona, de Soria, también se unieron varios cursillistas de Logroño, contentos de iniciar el camino en comunión. Rezamos Laudes y cantamos, así nuestro corazón se fue templando hasta llegar a Toledo. En la casa de espiritualidad de los carmelitas descalzos fuimos recibidos con alegría. 

Por la tarde directos a la plaza de toros donde íbamos a tener la Ultreya. Qué gusto vernos allí cristianos cursillistas de toda España, abrazos y saludos “de Colores”, fueron el santo y seña de nuestra entrada. La acogida excepcional, el ambiente, la presentación con los anfitriones en ellos el Pte. de Cursillos de Toledo, el Pte. Nacional del MCC a la cabeza, D. Ángel Rubio, Obispo emérito de Segovia y anterior Consiliario Nacional y Efrén Mira Viceconsiliario nacional, fue la antesala de corroborar que es verdad, sí, Cristo está en medio de los que se reúnen en su nombre. 

Tuvo su momento sobresaliente como no podía ser de otra forma: la vigilia de adoración al Santísimo. La tarde declinaba, el silencio con más de 1200 cursillistas atraía. El grupo musical nos ofrecía acordes para la alabanza. Vimos salir de un lateral de la plaza un grupo de personas con antorchas con el Señor en la custodia. Memorable ver las caras de los hermanos atentos y de asombro que llegó hacerse silencio sonoro en el interior. 

Tiempo de reflexión y de contemplación al Señor presente. El sacerdote llevaba la custodia por todos los puntos de la plaza donde nos encontrábamos allí nos bendecía, muchos de rodillas otros de pie, abundancia de lágrimas que resbalaban por las mejillas de los rostros absortos a lo que sucedía. Al cabo de unos días pensé que lo vivido ese fin de semana fue el motivo de poner a Cristo en el centro de la Ultreya, así se entiende y se experimenta que todo el resto de la celebración, fuese un eco de la vida de Dios en nuestros corazones.  Ah, no puedo olvidarme de los presentadores, geniales, con chispa y gracejo. 

Relevantes las ponencias que escuchamos eran en kerygma, esto hacía que se fuese dilatando nuestro espíritu.  La primera fue Mercedes Moreno motivándonos a iniciar el camino en fe, la del arzobispo de Toledo D. Francisco Cerro, que bella y profunda reflexión en la mañana del domingo al rezo de Laudes, la del Pte. del MCC. Álvaro que nos trasladó a “nuestra Galilea” con su estilo y gracia; y que decir de los cinco testimonios, sí, nos llegaron al alma. Y cómo no reseñar del video que los once Coordinadores de los G.I. nos dieron una palabra del diario de viaje a Galilea.   

Cerró la Ultreya la celebración de la Eucaristía presidida por el consiliario nacional de Cursillos, José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla y concelebrada por el arzobispo emérito de Toledo, Braulio Rodríguez. Dijo Saiz Meneses palabras rebosantes de vida de Cursillos, acabó con estas: seguir acogiendo con temor y temblor el carisma que nos ha sido entregado. 

Qué regalo nos ha ofrecido el MCC al participar en la Ultreya Nacional. Escuchad lo que dice el apóstol San Juan: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida (pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó); (1 Jn.1-3) Si hermanos, ocurrió en Toledo. 

Peregrinos, cursillistas: ¡Ultreia! ¡Et suseia!