El confinamiento puede ser un momento ideal para crecer en la fe y así lo demuestra este joven matrimonio de Huelva que tienen al Señor en el centro de su vocación.

Nuestros nombres son Francisco José y Judit, tenemos 28 y 26 años respectivamente, y estamos felizmente casados desde hace un año. Somos de La Palma del Condado y de Rociana del Condado, localidades pertenecientes a la provincia de Huelva.Somos unos enamorados del Movimiento de Cursillos de Cristiandad y, sobre todo y ante todo, de Jesús de Nazaret.
Casualmente, o no, hicimos nuestro primer cursillo juntos, siendo ya pareja desde hace unos meses. Más concretamente, hicimos nuestro primer cursillo en el año 2011, el cual se corresponde con el cursillo número 341 que se celebraba en Huelva. Fue para nosotros, sin lugar a duda, un encuentro muy fuerte con Jesús, lo cual nos llevó a reafirmarnos y arraigarnos en nuestra fe, a comprometernos en la Iglesia y a empezar a enamorarnos del Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Podemos decir que el cursillo fue un punto de inflexión en nuestra vida personal. Nos ayudó a entender y ver nuestra vida desde el prisma de la fe, poniendo a Jesús en el centro de nuestras vidas. En definitiva, nos ayudó a alcanzar la felicidad.
Para nosotros la fe es indispensable en nuestras vidas, no entendemos nuestra manera de vivir sin la fe. Como hemos dicho en la presentación, somos matrimonio, pero desde hace ya mucho tiempo nos encontramos comprometidos como pareja con nuestra fe. Sin la fe no entendemos nuestra relación, la cual nació y fructificó dentro de un ambientes en el que Cristo estaba muy presente. Somo matrimonio por la gracia de Dios e intentamos vivir nuestra relación conyugal desde la fe en Cristo y la Iglesia. Sin lugar a dudas, nos casamos debido a que queríamos recibir la bendición y gracia del sacramento, y para que Dios estuviera, aún más si cabe, en medio de nosotros.
Vivimos activamente dentro de nuestra Iglesia y dentro del Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Somos responsables de jóvenes en el Movimiento desde hace ya siete años, colaboramos activamente con la pastoral juvenil de la Diócesis de Huelva, así como participamos activamente dentro de la parroquia de Rociana del Condado.
También, en lo personal, mantenemos una relación íntima con Dios a través de nuestra oración. Buscamos momentos de oración en pareja, así como momentos de oración personal. Pues entendemos que a través de la oración intimamos con Dios y aumentamos y mejoramos nuestra relación con Él, de la cual nace la fuerza del compromiso y la felicidad de sentirnos amados por Él.
El confinamiento lo hemos vivido como una oportunidad de conocernos mejor como pareja, pues a pesar de que llevamos un año casados, nuestros trabajos no nos permiten estar todo el tiempo que quisiéramos juntos. Por lo que el confinamiento nos ha dado la opción de tener una experiencia de unidad, de compromiso y apoyo, y de corroborar, aún más, esa opción que tomamos de comenzar una historia juntos bajo el sacramento del matrimonio.
En cuanto a la fe, hemos echado mucho de menos el contacto físico de nuestra comunidad del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, así como la posibilidad de asistir y recibir físicamente la eucaristía. Sin embargo, tenemos que de decir que hemos tenido una experiencia muy profunda de oración durante la cuarentena y Semana Santa tan especial que nos ha tocado vivir. Esta situación nos ha ayudado a intimar mucho con Dios y de hacer mucha oración juntos, lo cual es una verdadera bendición. También hemos experimentado una intensa unidad con toda la Iglesia en general y con el Movimiento en particular, pues a pesar de la distancia nos hemos apoyado y cuidado, interesándonos constantemente unos de otros. Podemos decir, con total seguridad y convencimiento, que esta triste y difícil situación nos ha ayudado a aumentar nuestra fe.
Dios se nos ha hecho muy presente en nuestra convivencia durante este tiempo a través de la oración y a través del amor, pues se nos han presentado momentos difíciles durante el confinamiento, pero gracias a la oración y nuestro amor matrimonial, Dios se nos ha hecho presente y hemos vencido toda situación negativa que se nos ha mostrado.
También hemos sentido muy presente a Dios en el apoyo que hemos recibido de nuestra comunidad y de la viveza que ha mantenido, en todos los aspectos, la Iglesia universal durante todo este tiempo.
Este tiempo de aislamiento que hemos vivido nos ha enseñado lo importante que es el amar y el sentirnos amados, el contacto con nuestros seres queridos y las relaciones interpersonales. La importancia de los besos y abrazos, de los te quiero, cosas que pasábamos en muchas ocasiones por alto y no le dábamos toda la importancia que tiene.
Este tiempo nos ha mostrado que Dios no nos abandona en los momentos difíciles, es más, está más presente que nunca, solo tenemos que abrir bien los sentidos y el corazón para darnos cuenta de ello.
Las conclusiones que sacamos del confinamiento es que la oración no debe faltar en nuestra vida para poder ser mejores cristianos. Hemos corroborado que la comunidad es indispensable para nuestra vida cristiana y debemos cuidarla y fomentarla, dedicarle todo el tiempo necesario para que crezca, se arraigue y fortalezca.
“Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca.” (I Cor. 13, 7-8).
Felicidades a los dos, cuando tenemos un encuentro fuerte con JESUS, cada día sentimos más la necesidad de crecer en su amor y enamorarnos de su proyecto para con nosotros