Si hay alguien que fue parte importante en el nacimiento del Movimiento, ese fue sin duda Eduardo Bonnín. Él fue la cabeza de un grupo de laicos que, junto a algunos sacerdotes y liderados por el obispo de la diócesis, fueron esenciales en la génesis y la creación del MCC.

Eduardo nació en Palma de Mallorca el 4 de mayo de 1917, en el seno de una familia católica. Nacido el segundo de 10 hermanos, estudió en la escuela francesa y en el colegio de la Salle. Completó su formación intelectual en los Padres Agustinos y sobre todo, con la ayuda de algunos profesores particulares contratados por sus padres que intentaban asegurar que la enseñanza recibida fuera en todo conforme el pensamiento de la Iglesia. Su amor a la lectura hizo que por sus manos pasaran los libros de los grandes pensadores que en aquel momento se encontraban en la cresta de la ola.
En 1943 Eduardo fue invitado por José Ferragut, presidente del Consejo Diocesano de Jóvenes de Acción Católica, a realizar un cursillo de Adelantados de Peregrinos. Estos habían sido confeccionados con motivo de la preparación a la Peregrinación de los Jóvenes de la Acción Católica Española a Santiago de Compostela y desde ellos confeccionaron el esquema y método de los que serían los Cursillos de Cristiandad. Aproximadamente un año más tarde, en diciembre de 1944, Eduardo es nombrado presidente del Consejo Diocesano de Jóvenes de la Acción Católica Mallorquina, lo que favoreció y facilitó su liderazgo entre aquellos jóvenes.

Eduardo buscó durante toda su vida: “Llevar a la normalidad de la vida, los valores cristianos, especialmente a los ambientes descristianizados”. Un hecho importante que marcó la historia de Eduardo fue la lectura del discurso del 6 de Febrero de 1940 que el Papa Pio XII dirigió a los párrocos y cuaresmeros de Roma. El Santo Padre impulsaba a buscar “caminos” nuevos, diferentes a los habituales, para hacer que todos, pero muy especialmente los alejados conociesen el Amor de Dios. Todas estas inquietudes le llevaron a realizar un estudio detallado de los ambientes. Este consistía en un análisis de grupos de personas en su mundo y en la Iglesia.
Eduardo, junto a D. Sebastián Gaya, fueron los encargados de estar al frente de la Peregrinación a Santiago donde todos cumplieron con la promesa hecha al Santo Padre: “Caminar Santos a Compostela”. Tras esta, Eduardo, como Presidente Diocesano, escribió en el PROA una carta a los jóvenes militantes de Acción Católica en la que les daba las gracias a todos aquellos que, de alguna manera, habían colaborado en aquella impresionante empresa.
CARA AL AYER.
Por la gracia de Dios y con la mediación de María, aquella ilusión peregrina se hizo, por fin, realidad tangible… Miles y miles de jóvenes, en gracia de Dios, se reunieron en Santiago de
Compostela para llevar a cabo con su presencia, su fervor y su entusiasmo, aquella santa audacia
a la española que fue prometida por nuestros hermanos mayores al Vicario de Jesucristo.
Los que por especial dignación del Señor vimos y vivimos aquella gran olimpiada del espíritu, no podemos ni debemos olvidar que los que se dieron a la empresa y los que nos prestaron su ayuda espiritual, moral o económica para realizarla, se han sumado a los que nos precedieron en nuestros trabajos y anhelos, y hasta en cierta manera a nuestros mártires.
El recuerdo de aquellos días que tenemos el deber de perennizar y patentizar con un ardor más encendido en nuestra labor, tiene que sernos un nuevo acicate para trabajar más y mejor. Desde estas columnas, llegue nuestra más sincera gratitud a cuantos coadyuvaron al éxito: al Excmo. y Rdmo. Sr. Obispo, que, con su magnánimo corazón, hizo posible la peregrinación a muchos de nuestros hermanos, y con sus oraciones nos consiguió del cielo gran parte de sus bendiciones; al Excmo. Sr. Capitán General que, abandonando sus ingentes labores, salió a despedir y recibir a la Virgen Peregrina; al Excmo. Sr, Gobernador Civil de quien no nos faltó el apoyo económico y moral; al Ilmo. Sr. Gobernador Eclesiástico que preparó, en nuestra ausencia, el recibimiento triunfal que nos rindió la ciudad; a todas las Autoridades y organismos;
A Radio Mallorca y a todos los periódicos, especialmente a «Correo de Mallorca» que hasta monetariamente quiso llegar en nuestra ayuda…, y a cuantos sabe Dios que pusieron sus hombros y
sus rodillas en la empresa. ¡Sabemos tantas cosas que si pudiéramos decir… Pero es mejor callar, para dejar que Dios las pague… Con esa medida sin medida con que El sabe pagar.
No podemos olvidar el espíritu de nuestros queridísimos Sres. Consiliarios, ni la disciplina y el sentido de sacrificio de nuestros jóvenes.
Pero la palabra es tanto más breve cuanto es más larga la gratitud !Qué Dios se lo pague!
El Presidente Diocesano

Esta claro que todo lo vivido durante esos años en la Diócesis Mallorquina, junto a la calidad e inquietud de un grupo de laicos y algunos sacerdotes, marcaron el camino de nuestro movimiento.
Muy interesante la historia de la iniciación del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.
Espero que sigan alzando la continuación de la historia del MCC