Nos encontramos en un momento crucial de la historia de la Iglesia y de la humanidad. Nuestra sociedad está inmersa en un proceso de secularización aparentemente imparable, y por eso el mandato misionero del Señor resuena con mayor fuerza y urgencia. El MCC escucha con renovada actualidad este mandato de ir por todo el mundo y predicar el Evangelio; también escuchamos la recomendación a reavivar el carisma que hacía san Pablo, nuestro patrono, a su discípulo Timoteo, en comunión con el papa Francisco, que nos exhorta a ser una Iglesia en salida que va hacia las periferias geográficas y existenciales.
Hoy más que nunca la Iglesia y el mundo necesitan al MCC. Los hombres y mujeres de nuestro tiempo están llamados a escuchar la proclamación del kerigma, el anuncio del amor de Dios, la invitación a una vida nueva. La Iglesia cuenta con nosotros para fermentar evangélicamente los ambientes de hoy. Llenos de confianza en el Señor, seguiremos remando mar adentro y echando las redes aunque el mar esté agitado y no falten dificultades. A la Virgen María, estrella de la nueva evangelización, me encomiendo.
Un abrazo. ¡De colores!