
Me siento en el ordenador y soy incapaz de comunicar lo vivido en este cursillo que nunca se me irá de la mente, pero sobre todo del corazón, porque de corazón a corazón ha sido lo que nos ha comunicado del Señor, el amor del corazón de Jesús al nuestro. Ha sido como una especie de transfusión en vena que nos ha llegado a lo más profundo de nuestro ser.
Muchas veces queremos resumir en una frase lo que ha sido un acontecimiento en nuestra vida, y en este caso es difícil porque es complicado poder transmitir la vivencia de estos tres días. Sin embargo, si hubiese que hacerlo sería “ha sido el cursillo del amor de Dios y de la alegría”. Del amor de Dios porque nos hemos sentido profundamente amados por el Amor de los amores y de la alegría porque a pesar de las dificultades que tenemos en la vida, nos hemos sentido acompañados, cuidados y sostenidos por ese amor de Dios. Pocas veces me he reído tanto en un cursillo… y la verdad que me hacía falta reírme de la manera que lo he hecho. Hay una frase que nuestro sacerdote Sebastián ha dicho varias veces “nada ocurre por casualidad, y es verdad y así lo he experimentado en este cursillo.
El Señor ha querido que yo estuviese en este cursillo, no por lo que yo haya podido aportar a él, sino por lo que me ha aportado a mí. Los sacerdotes, Seba y Carlos, nos recordaban constantemente con su comportamiento, hechos y palabras eso que dice la Palabra de Dios, “mirar como se aman”. Que alegría ver a dos sacerdotes amigos-hermanos que se quieren tanto, Ha sido un testimonio impresionante para mí.
No menos así ha sido el equipo de nuestros hermanos de Jaén, El sacrificio, el trabajo, las dificultades que han tenido, han sido para mi un ejemplo de ilusión, entrega y espíritu de caridad. Son dirigentes de los que he aprendido mucho en este sentido… como se quieren. Pocos, es verdad, pero con el fuego del Espíritu Santo en su corazón han hecho posible este cursillo y de qué manera.
Que alegría el haber compartido este cursillo con los cordobeses Alfonso y Gabi sin duda nos hemos conocido mejor y ese conocimiento nos ha hecho querernos mucho más de lo que ya nos queríamos, que no era poco…
Los nuevos cursillistas han disfrutado desde el primer momento y creo que se reflejó ayer en la clausura que ha sido un cursillo lleno de amor, alegría y naturalidad.
Nada ha sido por casualidad, el Señor ha querido hacerme este regalo después de un tiempo un poco difícil. Le he pedido mucho por nuestro movimiento en Córdoba, por mi permanente, por mis amigos, por mi familia y por mí mismo.
Ha sido como una jaculatoria durante estos tres días. “Señor voy superando gracias a Ti muchos miedos, pero no permitas nunca, nunca, que pierda la Gracia, porque es lo que me impulsa a la vida».
No sé si habré llegado a Galilea, pero seguro que estoy en alguna de las puertas de esa ciudad. Me siento joven, renovado, con alegría y dispuesto a entregarme a mi movimiento en lo que haga falta hasta que el cuerpo aguante.
Gracias por vuestras oraciones que se han sentido como nunca.
Por Rafael Trujillo.
Grande el Señor y grande mi Truji